Tengo que empezar esta –pseudo- reseña por decir que la primera vez que vi este clip no entendí la idea que se quería transmitir, no entendí el tema, no sabía que pensar… pero haciendo uso de mis –pocas- habilidades sociales me atreví a confesar esta situación con uno de los creadores de este cortometraje. Fue después de una –corta- plática que entendí sobre lo que versaba. Como siempre, el mensaje es ambiguo: quiere decir todo y nada a la vez. Cada quien da/debe dar su interpretación (creo que al final en esto versa su aceptación o negación como obra).
Desde mi punto de vista, este clip puede ser leído de la siguiente forma: La persona en el pasillo bien pudiera representar nuestra consciencia, un ente separado de nosotros pero que sigue viviendo dentro de nuestra “casa”; la casa puede ser interpretada como nuestra vida; La llamada hacía el centro de emergencias puede bien ser aquel pensamiento fortuito que hacemos llame al olvido para que borre toda huella de aquel pensamiento; los videos grabados pueden ser vistos como las evidencias que nos recriminan nuestras acciones, las secuencias que nuestra consciencia utiliza a manera de chantaje (aunque realmente no es un chantaje) para hacernos cambiar de rumbo….
Como es de esperarse, no nos gusta que nos digan que nos equivocamos, por eso no es común dejar de lado estas recriminaciones y enterrar nuestro pequeño-gran-enemigo en algún lugar del que su voz no pueda escapar: algunos elegirán Siberia, algunos más el Sahara, otros puede ser que lo hagan en el patio de su casa… al final el lugar no importa, pues no logramos que salga de nuestra mente ¿Acaso esto nos atormenta? En lo más mínimo, ya que decidimos que la consciencia no es “moderna”, no es “contemporánea”, no está “en lo correcto”; es así como seguimos adelante.
Es así como terminamos por correr a esa presencia –tan- incomoda de nuestra vida/casa para poder estar “solos”, solo para darnos cuenta que tan pronto como volvemos la vista sobre el pasillo en cuestión un nuevo “habitante” ha hecho de este pasillo en su hogar. Volvemos a llamar y el proceso se repite; para terminar como una vez lo hizo mi buen amigo Pedro: de tanto llamar el lobo ganó ¿Queremos que eso nos ocurra?... Si la respuesta es no, ya saben que tienen que hacer."
